Paseos por el valle: parte 1.

Han pasado como 70 días desde mi anterior artículo y como 40 desde mi más reciente rodada. ¿Qué rápido pasa el tiempo? ¡Que rápido pasa el tiempo! Ya fue por motivo de salud o trabajo no he escrito ni pedaleado en semanas —no había—, hoy por fin se hizo la machaca para ambas-dos. Así que no me extrañen ni me esperen pues ya volví. 😉

En el Valle de Mexicali.Hace unos días decidí pasar unas semanas en casa de mi padre en el Valle de Mexicali, Baja California, México; el plan original era reanudar las rodadas con Lorena (mi bicicleta de ruta), durante las tardes, por las calles y carreteras locales… pero… ammm… esteee… bueeeno… Debo decir que no percibo a los automovilistas de esta región como personas malvadas, solo un poco faltos de pericia, por tanto prefiero no exponerme a riesgos innecesarios, al menos por ahora; digamos que no es miedo sino precaución. Así que aplicando un [no tan rápido] cambio de plan y [sí muy conveniente] cambio de bicicleta; será con Carlota (mi bicicleta de montaña), será durante las mañanas y será por los canales de irrigación del Valle de Mexicali donde pedalee estos próximos días.

Consiguiendo compañeros de pedal.Preferible rodar en pareja o grupo que sólo; es más ameno y seguro pues en caso que algún incidente le ocurriera a uno el otro podría salir corriendo gritando despavorido a pedir auxilio —mejor no, siempre conserve la calma—. Así pues, organicé un evento en Facebook, «huy, asistirán muchos ciclistas, y tomarán muchas fotografías, y será un éxito», eso imaginé. Ok, acepto que tal vez la organización fue de último minuto, fue por la emoción pues.

Sábado, 20-mayo-2017:00:15: publicación/invitación al evento.

Domingo, 21-mayo-2017:05:00: suena la alarma.05:30: agua: check, casco: check… ¿qué falta? ah sí, la bici… bicicleta: check, listo, vámonos.05:45: oh cielos, olvidé mi celular, alguien más tendrá que tomar las fotos.05:58: llegando al punto de reunión: —uff, pensé que llegaba tarde—.06:05: parece que ahí vienen otros [ciclistas]… no, no son, ni modo, así es la vida.06:10: tal vez ya no vino nadie.06:15: bueno, comencemos: semos na’mas tú y yo, Carlota…

La Ida.Estacioné mi auto frente al parque del ejido Michoacán de Ocampo, este parece un pueblo tranquilo y relativamente ordenado (al menos a esa hora de la mañana), desde temprano se aprecia gente que se dirige a sus labores en el campo, algunos se transportan en camioneta y otros en bicicleta (sí en domingo, los cultivos también crecen los domingos). Visto el equipo y armo la bicicleta; ojos curiosos dicen buenos días, un ciclista recogiendo latas de aluminio; aseguro casco; monto bicicleta y tomo rumbo sur entre las parcelas hacia el canal alimentador y después hacia el volcán. Me encuentro un grupo de perros por la calle, no creo que sean perros callejeros, solo están en la calle siendo perros; me miran, los miro —nos miramos—, me ladran —no les respondo pues no sé el idioma—, pierden el interés rápidamente y regresan a lo suyo; tal vez están acostumbrados a ver ciclistas.

Al transitar por entre las parcelas ya está totalmente amanecido; la mañana, aunque soleada, es fresca; el campo huele a tierra mojada, y a mezquites, y a hierba, y un conejo cruza delante de mí a toda prisa, y a lo lejos están los regadores concentrados en sus labor, y hasta llegar al pie del volcán encuentro cero tráfico de automóviles, y también me parece que hay menos basura que otras veces que he pasado por aquí.

El Cerro Prieto.La vereda que lleva a la cima del volcán está recubierta de empedrado desde el pie hasta la primera estación de antenas, de cemento a partir de ahí hasta la segunda estación de antenas y por último un tramo de terracería en franco mal estado que lleva hasta la parte más alta. La primera sección está «pedaleable» tanto en ascenso como en descenso, la segunda es la más inclinada de todas, aun no logro vencerla en subida aunque alguna vez ya me atreví en bajada, y la tercera… la tercera no me provoca pedalear por ahí ni de ida ni de vuelta, mejor bajarse y empujar la bicicleta. 😉 Otra forma de clasificar podría ser: rompe-piernas, rompe-corazones, rompe-madres. 😮

El Regreso.Sin duda esos cuarenta días sin actividad me pasaron la factura: al llegar a la parte pavimentada, las piernas me ardían y me faltaba el aire; intenté dos veces subirla y las dos veces la pendiente me dijo «hoy no, chico». La vista del valle desde lo alto del cerro es espectacular —no diré más, tienes que ir—. El descenso es más amable con pulmones y piernas mas no con brazos y manos; mucho cuidado al bajar, si no traes buenos frenos mejor será no subir primeramente. Regresando sobre mis pasos —o sobre mis rodadas— me detuve un momento a orillas del canal para contemplar, como hipnotizado, cómo fluye el agua por las compuertas. Aún es temprano mas lo cálido del sol ya comienza a picar en la piel. Luego de unos minutos reanudé mi marcha y llegué al punto de donde había partido unas dos horas antes. Desabrocho el casco, desarmo la bicicleta, me cambio de zapatos, guardo mi equipo, monto en mi auto y me dirijo a casa. Fue una buena rodada; ya me hacía falta acción.

Al final no asistieron otros ciclistas a la cita, tampoco hubo ninguna fotografía, pero sí considero que ésta rodada fue un éxito 🙂 . Bueno será repetir la próxima semana, esta vez acompañado.

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