Pie de foto:»No puede ser, salí en la fotografía»– Mike Wazowski.Desafío Mexicali – San Felipe, 2015.Fecha: Noviembre, 2015.* Crédito foto: Sudor Cachanilla.
Como pasa cuando sucede, así sucedió…Un día, sin una razón lógica aparente y con apenas diez meses de entrenamiento(?) esporádico, decidí hacer el recorrido de 200 kilómetros entre Mexicali y San Felipe. Inspirado por leer «El mundo en dos ruedas», libro escrito por Alex González, un mexicalense que completó el recorrido de la vuelta el mundo en bicicleta y envalentonado yo con mis antecedentes:+ Pedaleado algunos miércoles y sábados de cada semana: check! –no todos, solo algunos–.+ Terminado dos paseos Rosarito – Ensenada(mayo y septiembre de 2015): check! –calambres en piernas y hombros–.+ Participado en un paseo Ruta del Vino(julio 2015): check! –calambres de nuevo, paso extra-lentísimo–.+ Completado un recorrido entre Green River y Newport Beach: check! –baño de hielo y cinco días para recuperar–.¿Qué podría salir mal? ¿Ni modo que no se pueda? Dije como dice una milenaria filosofía china, «shinsu-má, sí me lo aviento».
Pues que me inscribo, pues que llega el día, pues que don Fede me da raite, pues que dan el disparo de salida, pues que comenzamos a pedalear… Pues que a lo lejos miro al autor del libro que estaba leyendo, «se parece… ah no inventes, sí es él, me voy a acercar para saludarle y entrevistarlo»… ¡Para alcanzarlo, mijito! Iba pedaleando en modo bestia. Como pude me emparejo y le digo «Hola Alex, estoy leyendo tu libro, acabas de llegar a Japón(en el libro), ¿harías otra vuelta al mundo? ¿no? ¿por la Baja nada más? okey…». Platicamos unos cinco minutos, lo que pude sostenerle el paso, y me adelanta…
Desde que cruzamos las vías casi frente a El Paraíso(los locales, no se hagan sí bien que lo conocen) hasta el puente del libramiento fue puro dejar ciclistas… dejar que me adelantaran pues… las piernas y la nariz me ardían. Más adelante un pelotón como de cuarenta me alcanzó y aproveché ‘el viento’, pedaleé cubierto hasta la subida del Hipolito Rentería, donde se me acabó el aire y el resuello.
De ahí en adelante lo mejor era ‘llevar la fiesta en paz’. Tomé un largo descanso por ahí del kilómetro 35. En el kilómetro 50 ya me quería regresar. En el 100 había terminado ya mi segunda o tercera ronda de líquidos y las piernas ‘me gritaban’, –a callar, sigan pedaleando–. Ya pocos me adelantaban y yo no adelantaba a nadie. Del 120 al 140 ligero viento en contra y viento cruzado; los puntos de abastecimiento estaban llenos de ciclistas, cansados unos, acalambrados otros. ¿Falta mucho para el reten de soldados? Ya casi, ya casi. ¿¡Pues cuanto falta!? Ya casi, sigue pedaleando… Cuando por fin pasé el reten, de pronto todo pareció de bajadita, las piernas no dolían y había conseguido mi segundo aire. ¡Bien, sí llego! Y luego el bajón: «ya que se acabe, ya quiero llegar, ya me duele el culo» –literal–.
Circa kilómetro 150: ¿Qué? ¿Viento a favor? ¡Viento a favor! ¡Vámonos! Y me fui detrás de un mini-pelotón, eramos tres; era ‘mini’. Que buen ritmo, puente sube, puente baja, un hule de llanta, grava, concreto, pavimento, grava otra vez, otro hule, otro puente… ¡BLIMMM…! Una lámina en el kilómetro 160 pincha la llanta de atrás. Ahí se acabó; el tubo tiene dos cortes que no se pueden reparar: tubo de repuestoLlanta: también dos cortes. No se puede continuar.Se acabó, ¡a caminar!
Ohhh cielos!!! 5 minutos??? Lograrás seguirle el paso hasta La Paz??? ?