Mexicali – San Felipe: Parte 3.

 

Fotografía tomada la noche del 18 de noviembre de 2016. Adobe Pizza, Villafontana, Mexicali, México. De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Luis, Jorge, Fernando, Demetrio, Aurelio, Alfonso, Alejandro, Noala, Raúl, Antonio, Ana, Carlos, Hugo, Hector, Karla y Jackie.

A principios del año 2016 Alex González publicó en facebook la convocatoria para el desafío «1000 Millas x Baja 2016″con cupo para nueve participantes; diez minutos después confirmé mi asistencia y elegí ser el número siete. Casi tres meses silentes pasaron y volví a preguntar si el desafío seguía en pie, la respuesta fue «sí». A partir de entonces el proceso siguió de forma más menos consistente: publicados los detalles de la ruta, costo, números de cuenta, compañeros inscritos, hice mi depósito y esperé el día de arranque, primera etapa: Mexicali – San Felipe… Oh, wait! No esperé a que llegara el día; desde inicios de año incrementé la dificultad y la frecuencia de mis rodadas; a la postre eso sería apenas suficiente para llegar a la meta en Los Cabos.

La noche previa al disparo de salida tuvimos cena de carbohidratos, fue la primera vez que nos reunimos; eramos un grupo de 17 participantes con historias de vida tan diversas que coincidían en pasión por la bici: tres reinas de belleza, dos sabios, un chavo, un calvo, dos extranjeros, cuatro triatletas, dos motociclistas, tres artistas, dos dentistas, un fabricante de bicicletas, seis fotógrafos, cuatro ingenieros, dos petroleros, tres jubilados, dos barbudos, un potencial gobernador, un capitán de barco, un piloto, una bailarina, seis bigotones, todos soñadores, un músico, un poeta y un loco… Relatamos cómo comenzaron nuestros romances con la bici y platicamos los motivos para realizar este desafío, comimos, bebimos, reímos y nos fuimos a dormir…

… a las siete de la mañana más unos pocos minutos, un puñado de ciclistas salimos de Mexicali rumbo a San Felipe. Primero los nervios, después la foto y vámonos. Estamos pedaleando entre un mar de gente, cuatrocientos ciclistas de un evento paralelo nos acompañan, tal vez sin saber de nosotros. Mezclados en la multitud no se advierte a ojo pelón que nuestro camino es más largo. Todos pedaleamos al nivel de nuestra experiencia: unos en solitario, otros forman equipo y otros más siguen la cola de pelotones que ruedan rápido y te protegen del viento.

El músico, el poeta y el loco se ponchan primero, la legión de extranjeros auxilia, el grueso del grupo se adelanta y el pelotón ya no es más, ahora pedaleamos por cuenta propia. En el kilómetro treinta me desvío por una calle y me detengo en mi abastecimiento personal, el mismo perro me ladra de ida y vuelta; cuando la bailarina me pasa sudo por el esfuerzo y por el estrés de ser el último… Ahí viene la camioneta detrás de mí, muy cerca —no bueno eso—. Sigo en solitario hasta el cincuenta, «Los Cachoras» me alcanzan y me meto al túnel:

*Cuiden esa línea de la izquierda…Si no puede, general, baje a la cola… ESA LINEA*— ¿Cómo te llamas?— Fernando.— ¿Traes para jalar unos cinco kilómetros?— Sí, pero todavía no.— «ROCÍO, ¿Traes agua?»— No.— Fernando, tú traes dos, dale una.— *Silencio*— Seguro estoy que en un universo paralelo le dije «ella no trae equipo completo, no es mi bronca, sorry no sorry» luego aceleré para romper el viento durante unos 20 kilómetros—.Mientras tanto en este universo: sin pensarlo mucho tomé la botella chica y le extendí la mano a Rocío, dos kilómetros adelante me solté. Al menos ya no era yo el último, me habían ayudado a alcanzar a mi grupo y la camioneta no venía tras de mí —eso es bueno, no quiero subirme todavía—.

Retrato y selfie en el cien rodando con uno de los hombres sabios, después con el músico y la bailarina… después sólo otra vez. [Los últimos] cincuenta kilómetros son suficientes para un diálogo consigo mismo; uno piensa muchas tonterías y se ríe sólo. Más adelante otro ponchado; la única forma de yo adelantarle, así es la vida. Llegué a meta al atardecer, casi en la cola… Dos tacos de pescado y dos cervezas. ¡Esto es ciclismo señores! Hace sueño, habitación para cuatro, «mañana listos a las siete»… Aquí no termina el recorrido; esta no es LA META, solo una de ellas.

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