1000 por Baja: Punta Prieta a Bahía de los Ángeles.

Son las 5:20 de la mañana del lunes 21 de noviembre de 2016 en Bahia San Luis Gonzaga. Un desafiante sigiloso intenta abrir una de las camionetas, la puerta no cede pero la alarma sí suena fuerte y despierta a todos los que aún dormían. Entre risas y gritos -burrrro- nos ponemos en pie y comenzamos a preparar algunas cosas, esperamos el amanecer para tomarnos algunas fotos, platicamos largo rato mientras esperamos el desayuno; Alex nos cuenta acerca de sus vivencias durante el viaje al rededor del mundo y sobre un récord de 36 países. Por fin desayunamos, terminamos de alistarnos, empacamos, levantamos el campamento, subimos equipaje y bicicletas a la camioneta. Mientras tanto aparece el servicio de recolección de basura comandado por un perro que ‘surfea’ sobre el capó de una pickup.

Hacemos una última visita a la única tienda del pueblo: pipí, popó, caca, coca(coca-cola, malpensados) y partimos rumbo a Punta Prieta por la carretera federan número uno. Nos detenemos junto a una gasolinera abandonada donde un letrero marca ‘km 282’, frente al crucero de la carretera que lleva a Bahía de Los Ángeles.- Hoy está papita, bajadita y viento a favor.- Pues yo no he visto eso; ya toca.

Salté de la camioneta y preparé mi bicicleta lo más rápido que pude. Estaba llenando mi ánfora a toda prisa y escuché decir «Poncho ya se fue, el profe también». ¿Cómo? ¿Tan pronto? Y salí tras ellos. Pensé que estarían a la vista pero no fue así. Decidí ir a paso lento para esperar al siguiente grupo: Alex, Aurelio, Carlos y Demetrio. Durante unos minutos nos mantuvimos juntos después me quedé atras, luego ellos pararon y los adelanté. Más tarde nos alcanzaron y rebasaron el resto de los desafiantes. No hubo viento a favor sino cruzado, eso era mejor que viento directamente en contra, el pavimento estaba en buenas condiciones, el terreno era bastante amable; solo un par de subidas no muy largas ni pronunciadas y el resto con leve declive a favor -bajadita pues-. Fue una etapa corta que todos disfrutamos mucho. Lo mejor fue ver desde lo alto la bahía y la recompensa de un tramo de 8 kilómetros de pura bajada. Como podrás adivinar, paramos a tomar algunas fotos. El kilómetro previo a llegar al pueblo es una pendiente muy pronunciada, intenté bajarla rápido mas la fuerza del viento que soplaba desde el mar hacia la costa anuló tal intensión; hasta vi un perro ser arrastrado en la calle por tremenda presión.

Llegando y foto en el monumento de la entrada, luego dejar las bicicletas en la casa donde nos hospedaríamos, después a comer/cenar en Alejandrinas(buena comida, buen servicio y wifi). Ya en la sobremesa escucho a Noala decirle a Alex «… y la llave se explotó y se hizo un pinche tiradero de agua…», mi primer impulso fue gritar «atrás todos, soy plomero» pero se iba a escuchar bien pinche mamón, ademas  yo ni plomero soy. Tan pronto se corrió la voz de que estábamos sin agua se armó la revolución, hubo quien se fue a bañar a otro sitio, hubo quien culpó a terceros, hubo quien se resignó a no bañarse, ya saben, lo de siempre. Minutos después llegó el dueño de la casa con herramienta y llaves de repuesto; dos horas más tarde teníamos agua y sonrisas de nuevo.

Después de instalarnos en la casa, Noala preparó la tocada de la noche: «pero nooOoo, te conocí en Rosarito», «… y es que tu perro no tiene pedigrí»; unos escuchaban la música mientras bebían cerveza otros bebían cerveza mientas hacían mantenimiento, lo estábamos pasando bien. Recuerdo ver salir a Ana por la puerta y dirigirse a toda prisa a un costado de la casa; se sentía mal acaso deshidratada. Karla le brindó su experiencia y varios litros de liquido, a la mañana siguiente durante el desayuno Ana lucía muy bien.

Y fue durante el desayuno también que nos ofrecieron un tour a ver al tiburón ballena. Todos fueron menos yo, sentí que no me hacia falta verlo. Me quedé en casa para dormir otro rato, escribir en mi blog, hacer mantenimiento a la bicicleta y lavar mi ropa. Estaba yo terminando de tender cuando ellos ya estaban de regreso. Me pareció que regresaron muy rápido; apenas habían pasado como cuatro horas. Trajeron almejas y pescado. Salvador los cocinó; todo riquísimo: «chomp, chomp, chomp» solo quedaron las conchas vacías y los esqueletos ¡buuurp!

Después de comer y beber era tiempo de relax para mi; ya había lavado, secado y la bici estaba limpia. Por la noche otra vez la música de Noala y más cervezas ¡salud! Solo un rato pues mañana toca levantarse temprano, iremos de Punta Prieta a Guerrero Negro. Buenas noches Lorena.

Posdata, mis quejas hasta ahora:+ No hemos tenido viento a favor.+ Desde que salimos de San Felipe no hay señal de celular.+ La recamara de los niños huele a ‘humanidad’. ¡Abran una ventana, please!+ La canción «sin pedigrí» es muy corta; sugiero cinco perritas.

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