Cinco cosas sobre ciclismo, seis.

Adaptación de artículo publicado en birulaplanet.com en febrero de 2017, texto original.

Tal vez porque el año comenzó, porque querías bajar de peso, porque alguien te invitó, porque tu salud te avisó, porque alguien te gustó o tal vez ya se te olvidó… La razón que sea que comenzaste en ‘los ciclismos recreativos’ —feriados y fines de semana— un día reflexionas y sobre situaciones que nadie te advirtió, así que: estas son las cinco cosas que [casi seguro] nadie te dijo cuando comenzabas en el ciclismo recreativo —son seis—.

5. Todo aprieta.
La ropa de ciclista es ajustada; se ciñe por todos lados sin dañar nada, comprime en las piernas, se entalla en abdomen, se expande en los glúteos y sí, también se ajusta ahí donde te platiqué; de hecho el traje de ciclista te aplasta tanto las pelotas que después de cuatro horas de pedalear casi desaparecen. Nada de qué preocuparse, todo vuelve a normal cuando te hidratas, te alimentas, te aseas y descansas —enjoy—. A algunos les causa presión mental la idea de usar shorts de lycra (a mi me sucedió; ya está superado); no temas el atuendo, es así por eficiente y funcional, cuando lo pruebes lo vas a comprender. Si pedaleas en invierno aprieta el frío, en verano aprieta el calor. Si pedaleas en solitario aprieta el viento en contra y extrañas el viento a favor. Si vas en pelotón aprieta el paso el ciclista puntero y tú no te quieres quedar y si es evento o carrera aprieta el paso el que viene detrás para adelantar. Y aprietas tú tu ritmo de pedalear en los últimos metros antes de llegar a la meta. ¡Ajusta casco y zapatillas, nos vamos a rodar!

4. Todo duele.
Cuando pasas de sedentario a ciclista principiante, aclararte es mi deber, todo te va a doler. ¡Toddo, dije! ¿No pensarías que tan fácil la ibas a tener? Te dolerá el trasero por la compresión de los isquiones con el sillín; es típico sentir malestar por unas horas después de entrenar durante las primeras semanas. Te dolerán las piernas después de pedalear. Al principio serán un dolor que casi te va a incapacitar y una sensación de ardor infernal que estarán contigo durante días, no querrás ni moverte; conforme sigas entrenando este dolor irá desvaneciendo de días a horas a nada. Aprenderás palabras como ‘ácido láctico’ —demostración presencial de los efectos fisiológicos incluida—. Vas a sentir calambres: eso duele mucho, en serio. Aprende a conocer las señales y los remedios. Te vas a caer: garantizado. El ciclismo es ya de por sí un poquitín peligrosillo; no hagas tonterias que nos pongan en riesgo —a ti, a mi y a los demás—. Después de una caída levántate, asegúrate de estar bien y continua si y solo si es seguro. Te vas a rozar, o tal vez no. Si notas fricción, irritación o rozadura en alguna parte, sé diligente en prevenir y remediar; más vale lubricar que suturar. Un poco de incomodidad en cuello, espalda, hombros y muñecas puede ser normal durante las primeras sesiones pero también puede ser señal de mala postura o lesión. Siempre atento a los avisos de tu cuerpo; no es igual el dolor de fatiga que el de herida. Siempre consulte con un profesional de la salud.

3. Todo es bicicleta.
Es casi como enamorarse; hablas de ciclismo, ciclistas y bicicletas con todo mundo hasta el punto que te miran con ojos de «¿y este qué?». Te vuelves medio experto en bicicletas, componentes, accesorios, mecánica, carreras, competencias… bueno, hasta repasas la historia del ciclismo. Te conviertes en perito en administración de tiempo, adaptas tus horarios para entrenar y acomodas tu agenda al rededor de los eventos. También agregas recordatorios al calendario, ¡uy sí, no se te vayan a olvidar! Hasta cuentas las horas para estar con ella. Buscas eventos dónde participar, o carreras qué observar. Aprendes a ser diligente con tus finanzas: ahorras para comprar otra bicicleta —sí, otra ¿qué de malo tiene?—, accesorios y equipamiento. Te alejas de los excesos de alcohol, comida chatarra y desveladas porque «me baja el ritmo en la bici». Aunque eso solo aplica antes del evento; cruzando la meta la historia es otra: «más cheve y más tacos». Si hasta nombre le pusiste a la bici. Llegados a este punto es seguro que la fiebre te contagió sin remedio. Felicidades y bienvenido.

2. Todo cambia.
Los amigos —en realidad los buenos amigos no cambian ni los cambias por otros— solo agregas más. Tu salud y estado físico son mejores que antes de empezar en esto de ‘los ciclismos’, ya no jadeas moribundo, bajaste un par de kilos y la presión arterial y el colesterol; sin darte cuenta tu cerebro ha desarrollado una gran habilidad para mantener el equilibrio y hasta piensas con más claridad. Tus pláticas son diferentes, ahora además hablas del futuro y de los nuevas metas que deseas conquistar. Tus piernas nunca volverán a ser las mismas, se están formando y torneando, eso te agrada, hasta parecen atraer algunas miradillas —ya, bájale, tampoco exageres, sí están mejor que antes pero no es para tanto, tú sigue entrenando, ‘bamos vien’—. Cambias tú, sea que tengas un mes o un año rodando —asúmelo, ya no eres el mismo— respiras mejor, caminas mejor, duermes mejor, te sientes mejor y luces mejor. Ahora disfrutas más, hasta buscas los puertos de montaña para ver el paisaje y la frase «100 kilómetros» te provoca una sonrisa. Tu forma de ver la vida ya es diferente —o tal vez no—, has conocido personas y lugares nuevos y te has conocido tú. Algunos miedos los dejaste atrás cuando no pudieron pedalear contigo.

1. Todo es posible.
Ahora sabes que con esfuerzo enfocado, constancia y disciplina puedes lograr lo que te propongas.*
Quieres tener una, dos, tres, catorce bicicletas: una de ruta, una cyclocross, una de montaña, una fat, una urbana, una tandem y una turismo. Tus deseos de querer llegar en primer lugar en cuanto evento y carrera participas no se han ido, tal vez nunca se vayan. Sueñas con participar en ‘Le Tour de France’ o con dar la vuelta al mundo. Queda claro que ambos son retos enormes también que son posibles y tal vez te digas a ti mismo «debí comenzar diez años antes». No podemos hacer nada para cambiar el pasado solo podemos aprender de él, en tanto que el futuro sea para descubrir tus capacidades, cultivar tus talentos y retar tus límites. Aunque no ganes ‘Le Tour’ definitivamente ya no eres igual, te has superado a ti mismo. ¿Y sabes qué? ¡Ha valido la pena!

* Siempre que te propongas no quebrantar las leyes de la física, que no quieras lograrlo todo al mismo tiempo pues elegir un camino es renunciar a otro(s) y que dediques recursos objetivos, tangibles y mensurables a la materialización de tu propósito. Por supuesto aplican otras restricciones.

0. Todo cuesta.
Cuesta esfuerzo, tiempo y dinerillo. El ciclismo, aunque sea recreativo de fin de semana, te puede significar desembolsos de cientos de dólares —incluso miles— en bicicleta, equipo y accesorios. Algunos eventos son de paga y las cervezas al cruzar la meta no las regalan —a veces sí—. A fin de cuentas vale la pena, pues lo que inciertas en ejercicio te lo ahorras en doctores.

Si no se hace la machaca con ‘Le Tour’ nos queda la vuelta por el mundo. ¡Vámonos!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *