Después de rodar como el llanero —solitario— el mes pasado, nuevamente invité a todo mundo a pedalear por Cerro Prieto. Eran las 5:50 cuando pasé por el crucero Puebla – Michoacán, más adelante rebasé un automóvil con dos bicicletas en el rack. Llegué al parque del Michoacán faltando dos minutos para la hora; ahí esperaba Martín, cinco minutos después llegaban Gabriel y Gabriela en el automóvil que antes rebasé. Nos saludamos y presentamos, platicamos un momento y nos preparamos para arrancar.
Comenzamos a rodar a eso de las 6:15. A paso moderado fuimos; el viento ligero se sentía cálido y húmedo; el ambiente era de disfrute: «está muy padre» escuché a Gabriel decir varias veces. Mientras pedaleábamos, platicábamos. Gabriel trabaja en el área de finanzas, es de Guanajuato y recién llegó a Mexicali procedente Magdalena dónde vivió y conoció a Gabriela. Gabriela es de Guadalajara y conoce Mexicali desde hace años y ahora vive acá, comenzó a pedalear en Magdalena después de transitar por un proceso de vida intenso y apasionado: «PURO SAHUAROS, !WUUU!». Martín es encargado de mantenimiento en una compañía en Mexicali; todos los días se transporta en bicicleta de la casa al trabajo y de regreso —el tráfico es complicado en la ciudad—, expresa Martín.
Aunque aún era temprano por la mañana ya se sentía el calorcito y la humedad nos hacía sudar en serio, tan es así que faltando unos tres kilómetros para llegar al cerro paramos a tomar unas fotos y refrescarnos un poco. Tanto nos refrescamos que reconsideramos la idea original de ascender al volcán. El consenso fue finalizar el recorrido por hoy y volver la próxima semana para subir al cerro… De vuelta al ejido Michoacán después de una segura rodada, a eso de las 9:30, nos despedimos con la propuesta de conquistar la cima dentro de siete días y la promesa de unas bebidas bien frías.
Gracias Gabriela, Gabriel y Martín por coincidir, espero lo hayan disfrutado.